Titulo: La clase (Entre le murs)
Año: 2008 Duración: 128 min
País: Francia Director: Laurent Cantet
Fotografía Pierre Milon Productora : Haut et Court
Reparto : François Bégaudeau, Nassim Amrabt, Laura Baquela.
Lección magistral, lección de vida
Entrando en materia
La clase o Entre les murs (nombre original que refleja mucho mejor la historia) se presenta ante nosotros con las garantías que le dan las buenas críticas y la Palma de Oro en el Festival de Cannes de 2008. Está basada en una novela del mismo nombre y protagonizada por el autor del libro, quien también forma parte como guionista. François Bégaudeau se rodea en su clase por alumnos reales del Liceo Dolto, a las afueras de París. Todo esto, más la aportación tras las cámaras de Laurent Cantet, nos hace meternos de lleno en una historia de nuestros tiempos, atrapándonos desde el primer momento.
Una clase actual
La película nos introduce en una clase, tal como su titulo en español nos indica, y todo lo que sucede en ella en el período de un año escolar. La clase a la que asistimos es siempre la de Francés, impartida por el profesor Marin. A lo largo de la película se nos plantean los sucesos y las dificultades a los que hoy en día se enfrentan los profesores de cualquier instituto. De modo que ya podemos imaginar lo que vamos a ver: alumnos que no respetan la autoridad del profesor, que se saben en posesión de todos los derechos que les protegen, dejando al profesor completamente desarmado.
Es aquí cuando a nuestra memoria vienen películas que han sentado base en este tema como la famosísima Mentes Peligrosas o El rector. Historias que conseguían transmitirnos su mensaje pero que, quizá por su antigüedad hoy o por caer en estereotipos, no llegaban más allá. En el caso de La clase, su guión consigue hacernos pensar durante toda la película, y además nos deja reflexionando sobre ello mucho tiempo después. Y es que lo que sucede en las aulas no deja de ser un reflejo de la sociedad actual. Al terminar, uno se queda con la sensación de que algo va mal, pero al igual que el final de la película, el problema no parece tener una solución.
El director, Laurent Cantet, se destaca por la variedad de temas a los que hace referencia a lo largo de su carrera. Sin embargo podemos denotar una preocupación por los problemas de la gente. En sus películas no vemos grandes artificios ni misiones imposibles: se trata como la vida misma, de personas que en su vida diaria tienen que afrontar los problemas que les van surgiendo. De modo que en la película que nos ocupa, estamos en contacto constante con el problema que supone hoy en día impartir una clase en cualquier instituto. Para conseguir un mayor realismo, Cantet se rodea de un reparto de desconocidos con los que empatizamos desde el primer momento. Cada papel está representado a la perfección introduciéndonos en una realidad que conocemos pero con la que no estamos en contacto de manera tan evidente.
Recuerdos de instituto
La realización tiene mucho que decir en esta historia. Cantet no se limita a hacernos testigos de lo que ocurre sino que nos implica directamente en la acción. Para ello, utiliza una cámara al hombro con cierta inestabilidad que nos crea inseguridad ante lo que pasa. Prácticamente todo está contado con la utilización del primer plano, por lo que nos sentimos al lado de cada protagonista. Sobre todo estamos al lado del profesor Marin, con quien comienza la película en un gran primer plano, condicionando nuestra simpatía hacia este personaje. Estos primeros planos también ponen en evidencia los sentimientos que el profesor tiene a la hora de dar su clase: al ser planos tan cerrados, nunca tenemos una perspectiva completa de la clase, por lo que tenemos la sensación de que algo se nos escapa y no podemos controlarlo todo. Así, conforme pasan los minutos, nuestra impotencia ante los hechos que acontecen va en aumento en correlato con el profesor, quien intenta una y otra vez manejar la situación sin llegar nunca a conseguirlo. Los estudiantes se rebelan a su manera poniendo difícil la realización de la clase, con momentos donde la confrontación es algo inevitable. De nuevo vemos reflejado cómo son los alumnos quienes tienen todas las de ganar, mientras que el profesor debe siempre guardar la compostura. Tal y como pasa en la película, esto no siempre es posible, pero entrar al trapo significa enfrentarse a problemas mayores.
Muy unido a esto está el vestuario de los protagonistas que ayuda de forma muy clara a establecer las diferencias entre la generación del profesor y la generación de los alumnos. Se da cuenta de las diferentes tribus urbanas (góticos, raperos, canis…) y de como a esto se le asocia además un determinado comportamiento, a pesar de que el profesor intenta poner una nota de normalidad en el aula, por ejemplo obligando a que los chavales se quiten la gorra o las capuchas. La chulería forma parte de los adolescentes, que no paran de retar constantemente al profesor, a quien ven como el enemigo. Cada comentario del profesor es una excusa para defenderse de supuestos insultos.
Cobra también especial relevancia las condiciones en las que la historia se desarrolla. Estamos en un espacio algo asfixiante, no sólo porque la mayoría del tiempo estemos encerrados en la clase, sino porque además el entorno contribuye a esta sensación. Un instituto completamente gris, con un patio de recreo pequeño, donde la libertad de los estudiantes parece ciertamente limitada. Además esta sensación de agobio queda reflejada con el uso de los planos picados, que nos hacen observar desde las alturas las idas y venidas de los estudiantes en ese pequeño espacio.
Todo esto consigue una mayor profundidad a la hora de enfrentarnos a los personajes. Adolescentes de muy diversos orígenes que provocan el no entendimiento en algunos momentos de la película. El caso más claro es el de Souleyman, cuya madre ni siquiera habla francés y a la que hay que traducir lo que dice. Esto es un reflejo más de lo que sucede en la sociedad de nuestros días y de cómo se espera de nosotros que consigamos adaptarnos aunque no sepamos muy bien cómo.
Otro detalle acertado es la ausencia de música. Con una historia en la que las conversaciones de los personajes lo son todo, y un espacio agobiante en el que no hay cabida para el entretenimiento, la música simplemente no nos hace falta. La tensión se consigue a través de la puesta en marcha de un magnífico guión en el que los adolescentes ponen toda la carne en el asador para hacer constar sus intereses. Un sistema escolar en el que no hay incentivos para hacerlo bien, pero sí mil y una formas de castigar o advertir a los alumnos.
El paso del tiempo queda muy sutilmente marcado a través de cosas tan naturales como el cambio de vestuario, el avance en el temario de la clase o los periodos de evaluación. De esta forma se consigue dar una mayor naturalidad al film y fluidez a la historia, sin necesidad de marcar los tiempos con los molestos letreros de “dos meses después”.
Más allá de los muros
Todos estos requisitos nos sitúan en el humor adecuado para meternos de lleno y sin reservas en la clase, involucrarnos en los problemas y pensar en las posibles soluciones. Llegamos a sentir verdadera impotencia ante los comentarios de los alumnos, que al igual que al profesor nos dejan sin una buena respuesta más allá del bofetazo que todos pensamos en darle a más de uno de los protagonistas. Con nosotros se quedan esos sentimientos tan bien reflejados en discusiones entre alumnos y profesor (como por ejemplo en la discusión del patio de recreo donde parece se lo van a comer), en discusiones entre profesores (por los numerosos puntos de vista a la hora de solucionar los problemas, otro reflejo más de las pocas armas con las que cuenta el profesorado frente a los problemas de hoy en día) y en los conflictos morales a los que el profesor Marin se enfrenta a la hora de tomar las mejores decisiones, ya que a pesar de las difíciles circunstancias su empeño siempre será ayudar al alumnado.
En definitiva, una buena película que plantea muchos de los problemas que vivimos todos los días de una forma pasmosamente natural. Sin duda una buena oportunidad de ver buen cine.

Cordiales saludos: Mi nombre es Carlos González. He sido profesor de matemáticas y física en la enseñanza secundaria durante 24 cursos. Finalmente, al verme limitado en mi deseo de practicar una enseñanza basada en los nuevos paradigmas, decidí dejar el camino de la enseñanza oficial e iniciar uno nuevo, alternativo al sistema imperante.
ResponderEliminarDurante años, he podido comprobar como mis alumnos adolescentes enterraban sus sueños hasta hacerlos invisibles. Su entorno les enseñaba que la “seguridad” era lo primero: estábamos creando víctimas. La rabia que sentía ante tal panorama la he trasmutado en creatividad, escribiendo un libro que narra cómo empoderar a los adolescentes:
“Un maestro decide crear un ambiente mágico en su clase para empoderar a sus alumnos. Les ayuda a descubrir los enormes potenciales que habitan en su interior. Les revela un mundo más allá de la mente programada y de las creencias. Para llevar a cabo su proyecto el profesor emplea curiosos trucos...
Los alumnos van resolviendo los enigmas, que el maestro propone de una forma singular. La clase es una creación de todos. El aprender se transforma en una aventura.
Poco a poco, cada alumno se convierte en su propio maestro, en una fuente de conocimiento para él y sus compañeros. La vida se torna mágica: pueden vivirla desde su corazón, sin que las creencias les limiten “
Su título es: “Veintitrés maestros, de corazón – un salto cuántico en la enseñanza-“. En él se plantea un modelo educativo que se basa en descubrir la fuerza interior.
Hoy puede ser ciencia ficción...tal vez una semilla, pero si la nutrimos puede generar una forma totalmente nueva de enseñar, en la que el ser humano deja de sentirse víctima, para sentirse el creador de su propia vida.
Creo que su sensibilidad va en la misma dirección que la mía. Por eso, me atrevo a enviale* mi libro en versión digital. He decidido regalarlo persona a persona o institución a institución. Necesita volar...hacia lugares en los que pueda ser bien acogido. Si lo lee le agradecería cualquier comentario. Todos los amantes de la lectura sabemos que bastan cinco minutos con un libro para saber si es de nuestro interés, sólo le pido ese tiempo. Siéntase libre de enviarlo a las personas o asociaciones a las que este libro pueda ayudar. Gracias por su presencia. Le deseo felices creaciones…
Carlos González
P.D Mi blog es: www.ladanzadelavida12.blogspot.com
* El libro se puede descargar en mi blog